Brecha digital y basura tecnológica. El Internet de las Cosas.

Jano era ese dios romano que se representaba con dos caras (bifronte), una mirando hacia cada lado, al frente y a la espalda, metáfora de su capacidad para ver tanto el pasado como el futuro. Vinculado a la astronomía y la arquitectura, era conocido como “el dios de las puertas”, de los comienzos y los finales.
De ese dios (Ianus) deriva el nombre ianuarios, sustrato latino de nuestro mes de enero romance. Río de Janeiro es del mismo modo Río de Jano. A menudo pienso en esas palabras – de Jim Morrison creo–: en el mundo hay cosas; y entre esas cosas hay puertas. Pura transición.

Brecha digital y basura tecnológica. El Internet de las Cosas.

Supongo que el híbrido ya habrá sido concebido, pero la tecnología –sobre todo digital– bien podría ser hoy ese Jano Bifronte. Dios de los umbrales, los emprendedores se acogen a su advocación en estos tiempos de crisis como quien practica una gatera, mientras otras vetas de horizonte son racionadas desde los rascacielos. La brecha digital es un cardenal más en el cuerpo de nuestra civilización. No sólo falta tecnología –que sin embargo sobra–, sino que la velocidad tecnológica hace que los niños pobres pierdan más el tiempo que los ricos. Las dos caras de la moneda –no en vano en algún sitio atribuyen a Jano la invención del dinero.

 

Un billón de nodos medirán cualquier cosa que se pueda medir sobre la faz de la Tierra, el Internet de las Cosas lo llaman. La espiritualización del espacio, la intercomunicación de todo al alcance de la mano. Domótica a la enésima potencia. La publicidad y el futuro son principios activos convergentes. La tecnocracia avisada en los periódicos […el Internet de las Cosas tiene carácter político. Es algo digno del aprendiz de brujo…] mientras el iPlus programa la grabación del próximo capítulo de Persons of Interest. Peter Hirshberg, nos dice, pensaba que la instrumentalización de la basura debía de ser un proyecto artístico.

 

En un barrio keniano de Kiberia un hombre tose; quema electrodomésticos y material informático, revende las piezas. En cada uno de esos tornillos está el futuro de mi familia, dice. Le pagan algo así como cincuenta céntimos. Vuestra renovación tecnológica es mi miseria, grita ya al fondo del plano. Una pira funeraria incuba al fénix del progreso.

Hay Kindles -se me olvidaba- para niños africanos; maná con vocación de justicia poética. Dualidad partícula-onda, las dos caras de la moneda. La nomofobia, dicen los expertos, es el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. Hoy se robaron algunas palabras; fue (gracias a) la tecnología. El veneno está en la dosis.

 

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