Vídeos virales: humor y extrañamiento

Un chavalito adolescente, sentado en la mesa frente a la pantalla y el teclado del ordenador, comienza a enfadarse con lo que sea que está al otro lado de la pantalla (suponemos que estará jugando a algún videojuego o algo parecido), y después de irse calentado entre gritos y descargas verbales, pasa a aporrear el propio teclado como un auténtico energúmeno sin dejar de dar voces a diestro y siniestro como si estuviera sufriendo un exorcismo. Poco más que esto sirvió para que un vídeo de esos que pululan por la red se convirtiera en lo que comúnmente llamamos un vídeo viral, es decir: mensajes que se comportan de manera análoga a los virus y se difunden globalmente apoyados en las tecnologías de la red, según palabras de Javier Pérez Lastre, profesor de la Facultad de la Comunicación en Navarra.

El fenómeno viral, nacido (o, quizás mejor, fuertemente desarrollado) al calor de las nuevas tecnologías de la información, se perfila ya tanto como un “divertimento” o entretenimiento puntual, la ocurrencia histriónica de un particular que da la vuelta al mundo, como un mecanismo de márquetin digital que trata de infectar/afectar con su “mensaje” a potenciales consumidores o usuarios. Aunque su medio de difusión resulta mucho más “tradicional” (cuñas publicitarias en televisión), los conocidos anuncios de Mixta, con su extrañamiento y su humor absurdo, dan cuenta de esa manera de hacer que pretende “desautomatizar” (en clave de humor) el lenguaje publicitario. Aunque estos anuncios responden a una elaboración y proyección más “controlada”, revisten en su “poética comercial” rasgos de esa tendencia viral. Quizás uno de los vídeos virales más representativos al respecto sea aquel de Amo a Laura, de la cadena de música MTV.

Vídeos virales

Dicen los expertos que los “virales” resultan difíciles de “cocinarse”, es decir, que su impacto y “viralidad” (reproducción ad infinitum) responden más a factores como la suerte y la casualidad que a la sesuda elaboración y análisis (causalidad). Es lo imprevisto, cierta espontaneidad, lo circunstancial, lo aparentemente improvisado aquello que trasciende y acaba epatando a miles de internautas. El interés, como en otras cosas, suele radicar en la rareza o lo inusual del contenido (o de parte), el extrañamiento de la situación, y en gran medida la irrisión o “bufonada” que muestra. Desde un mono que se acerca a unos soldados para hacerse con una de sus armas e “imitar” la pose –llegando incluso a disparar– ante la espantada y  el susto de los congregados; los colectivistas y musicales Harlem Shake o Gagnam Style; hasta (despojados aquí de toda hilaridad) esos vídeos recientemente en el candelero donde soldados americanos pertrechados con una videocámara en el casco cuelgan sus incursiones en territorio hostil.

Publicidad o esparcimiento, más bufos que trágicos (pero no siempre), parece que ese espíritu gregario es la tendencia al alza en el ocio y el negocio online. Aquí dejamos una ristra de ellos para continuar la infección y que acaben ustedes muertos. De risa.

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