Hackers. Absorción y exilio. I

Azorado en el limbo espectral de la maleza, el hacker es una planta de yerba al margen absorbiendo luz y oscuridad del día tecnológico. La palabra hacker se rodea de recelos, unos ven viejos piratas donde otros proyectan grandes médicos, pero Jim Morrison dijo algo: En el mundo hay cosas; y entre las cosas, hay puertas. Hackers, serenos de la noche en red, el cascabel de su llavero es silencioso y anónimo como una calle vacía, la luz de las pantallas tras los estores. Soldados freelance del siglo, más de reputación que de fortuna, muestran el talón de Aquiles del mundo de la información globalizada.

 

Algunos, como un Quijote horizontal, en bloque, se aparecen desfaciendo entuertos o abusos desde el rostro simbólico de un revolucionario religioso del siglo XVII que popularizó el cómic V de Vendetta -el cómic como libro de caballerías posmoderno, la anarquía del Joker (Heath Ledger) incendiando una montaña de dólares mientras espera que la sociedad se despedace por decisión propia-. La máscara, rostro replicado; como aquello de los cantares de gesta, su nombre es legión. Anonymous. La sinergia de su movimiento es la construcción de un golpe sin sismógrafos, la manada distante y disforme que no puede abarcarse, ni evadirse.

 

Combaten, en cierto sentido, los monopolios de información, sus restricciones, de ahí su alineamiento en torno a Assange y lo que su portal representa. Pero allí donde está la luz está la sombra de las cosas. A nivel institucional los países se debaten entre absorberlos o exiliarlos: Facebook Vs Wikileaks.

 

Se puede decir que Facebook no es estrictamente un ejercicio hacker, a pesar de la información “sustraída” a sus usuarios. Entrar en una propiedad que no está vallada, por ejemplo, sería un atenuante del posible delito que se llegue a cometer, del mismo modo que no sería igual que me robasen la cartera a que yo la fuera abriendo más o menos voluntariamente y prestando dinero. Pero en cierto grado el uso que hace de la misma, de esa información facilitada, su especulación y negocio, ofrece problemas del mismo orden, o muy parecido.

 

Un aspecto controvertido de la información en línea es su tiempo de existencia, y ya se debate sobre el derecho al olvido, los datos con fecha de caducidad dentro de ese banco de memoria que es la Red. El tercer capítulo de Black Mirror ilustra, a través de una pareja, las posibles consecuencias funestas del registro “continuado e imborrable” de la vida.

 

Miro los labios de scarlett en un las últimas noticias y pienso en los pisos francos de la CIA en las sillas vacías de los interrogatorios

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