American Gods: Storytelling Vs Big Data

Dioses de América es una de esas series donde la tecnología cobra fuerza narrativa. Tal es la relevancia, que en American Gods la tecnología moderna es ya una nueva religión con sus dioses a cuestas. La fe se refresca en las pantallas o, más tradicionalmente, la tecnología es el opio del pueblo.

American Gods es una historia a fuego lento, pero intensa, pespuntada con relatos tangenciales y secuencias de gran potencia visual. La aparente contención narrativa de la trama principal, que en la primera temporada es apenas una presentación de personajes, se desboca en relatos y escenas cargadas de folclore fantástico con efectos especiales, como esas escenas subidas de tono en la que una diosa devora con sus partes a un hombre o alguien coge la luna con los dedos. En su reseña de la serie para el New York Times (España), Jordi Carrión, ponía en valor ese desborde narrativo que transmite la obra:

American Gods’ reivindica la hipnosis de quienes están reunidos alrededor de una hoguera, las miradas imantadas por esa boca que habla, encantadora verborrea.

Con espíritu de road movie en su primera temporada, American Gods cuenta la historia de Shadow Moon, un expresidiario recién salido de  la cárcel cuya mujer acaba de morir, y que es reclutado por el extravagante Mr. Wednesday –suerte de Odín personificado– en un viaje por los Estados Unidos para recabar el apoyo de antiguos dioses mitológicos y enfrentarse a la nueva fe: los dioses del capitalismo tecnológico.

El altar del rezo ahora tiene forma de pantalla que acumula los me gusta. Por eso la primera aparición de Media —el polimorfo personaje que encarna con desparpajo Gillian Anderson— sucede en televisores, emulando a Lucy (de ‘I love Lucy’, la primera edad de oro de la televisión), y después como Marilyn Monroe (las estrellas del cine que lo eclipsaron todo). Los Nuevos Dioses han cambiado las reglas del juego. No quieren la guerra pero son la guerra. Y toda esta primera temporada, en efecto, prepara su estallido. New York Times, Jordi Carrión

La serie es una adaptación del libro homónimo publicado en 2001 por Neil Gaiman, el cual ya obtuvo varios premios importantes como mejor novela fantástica en 2002. Neil Gaiman es sobre todo conocido por ser el autor de la popular serie de cómics Sandman. Por su parte, los encargados del desarrollo creativo de la historia para las pantallas (showrunners) han sido Bryan Fuller –guionista, entre otras, de la serie fantástica Héroes, y al frente de la exquisita Hannibal– y Michael Green, quien además de coincidir con Fuller como guionista en Héroes, y de estar al frente de The River, ha sido también guionista en la película Logan, Alien: Covenant, o la aún por estrenar Blade Runner 2049.

Una tecnología lo suficientemente desarrollada es indistinguible de la magia, reza la más conocida de las leyes de Clarke, el escritor y científico británico creador de 2001: una odisea en el espacio, coguionista también de la película de Kubrick (1968). Eran tiempos de carrera espacial y guerra fría, la televisión se afianzaba como fuego alrededor del cual la gente se sentaba a oír y escuchar, y estábamos a punto de pisar la luna. Hoy, existe una Estación Espacial Internacional (ISS) orbitando la Tierra con presencia humana permanente, que retransmite imágenes en tiempo real por internet, y las guerras hacen su agosto en el ciberespacio. La tv resiste a duras penas, pero internet la está transformado casi por completo. El análisis de datos lo impregna todo, como una mano invisible, mágica.

Tal vez sea, de hecho, la de Gaiman, Fuller y Green una versión de la gran guerra conceptual de nuestra época: el Storytelling contra el Big Data. La Narración contra la Información. Los Relatos contra los Datos. Se trata de la reencarnación de un conflicto mucho más antiguo: el Mito contra el Logos; la Religión contra la Ciencia; la Ficción contra la Documentación. New York Times, Jordi Carrión

Publicaciones relacionadas

Comentarios

Su dirección de correo electrónico no será publicada.