Tecnología para el redil. Prohibido grabar, contexto sensible

A lo que parece, la multitudinaria manzanita ha patentado una tecnología que permite restringir o vetar la documentación [transmisión] de información inalámbrica “en función del contexto”.

Aunque la empresa norteamericana se deshace en matices para explicar que es una tecnología que pretende salvaguardar la privacidad de ciertos ámbitos, así como distintos derechos de propiedad intelectual (cines, teatros, conciertos…), la realidad del pueblo también entiende que, desde Apple (¡podría ser cualquier?), se ha desarrollado un sistema de bloqueo de señal que posibilitaría que gobiernos o fuerzas del estado puedan inhabilitar algunas características de los dispositivos móviles. Según podemos leer en Euronews.es: Apple patentó el medio para transmitir una señal codificada a todos los dispositivos inalámbricos, ordenándoles desactivar las funciones de grabación. Estas políticas se activarían por GPS y WiFi o móvil desde estaciones base, lo que haría un cerco alrededor de un edificio o de una “zona sensible” para evitar que las cámaras de teléfonos tomaran imágenes o grabaran vídeo.

Aunque Apple podría podría poner los medios para esta tecnología, la decisión de la activación de dicho “veto” recaería sin embargo en la potestad de los gobiernos, empresas y los propietarios de las redes, siendo estos agentes quienes definirían en última instancia la “sensibilidad” o peligro de exposición del contexto, y arbitrarían el bloqueo allí donde consideraran preciso.
 

Tecnología para el redil. Prohibido grabar, contexto sensible

 

Lo que desde los púlpitos de Apple se ofrece como una tecnología en aras de lo que podríamos reconocer como “civismo y urbanidad”, glosando una lista de “sus” posibles “contextos sensibles”: reuniones, presentaciones cinematográficas, bodas, funerales, conferencias, exámenes, etc.; resulta, desde otras perspectivas, una flagrante arma de control [informativo]. Una vuelta de tuerca para que las sedicentes democracias no dejen de serlo al tiempo que filtran la realidad que no desean reconocer −porque dictaduras y gobiernos abiertamente totalitarios no necesitan friegas jabonosas y proscriben directamente el ciberespacio.

Hoy en día ya es un discurso manido el potencial informativo (y en gran medida desestabilizador [del poder]; también el potencial denigratorio) de todos esos artilugios que la tecnología nos ha puesto en las manos para dar y dejar constancia de múltiples sucesos más o menos relevantes, desde el último hashtag en petit comité del candidato presidencial o la violencia policial durante un desalojo, hasta ese nuevo vídeo robado a la Levinski de moda

 

 

Cuesta creer en la buena voluntad de Apple, que en el fondo no trata de hacer otra cosa que ponerle bridas al frankestein que revolucionó los smartphones -y así parte de la comunicación humana-, diseñando sutiles y sofisticados diques que sigan haciendo del goteo la forma por antonomasia de dar de beber al ganado. Aunque -se ha repetido cienes y cienes de veces-, también en la tecnología, el veneno está en la dosis, son malos tiempos para creer en la moralidad de profetas que cotizan en Bolsa y les sale a devolver la declaración.

 

 

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