Algoritmo Qwerty (V) El efecto Qwerty

Incrustado, inalámbrico o digital, el teclado no solo sigue resultando omnipresente en la comunicación, sino que incluso parece que su disposición condiciona, o ha ido condicionando, nuestra manera de procesar emocionalmente las palabras que leemos. Es lo que se conoce como Efecto Qwerty.

Básicamente, este efecto hace que valoremos más positivamente aquellas palabras que contienen más letras del lado derecho del teclado. Así, Piolín resultaría adorable mientras que tenderíamos a valorar negativamente al malvado Silvestre, cuyas letras se encuentran mayoritariamente en el lado izquierdo. Más allá de este ejemplo, improvisado sobre la marcha y quizás con gato encerrado, existen distintos estudios que han ido fundamentando esta influencia de la tecnología en la asociación de palabras y significados.

Aunque este fenómeno se habría iniciado con la aparición de la máquina de escribir y la disposición de las letras en el teclado (Qwerty), viéndose afianzado con el posterior desarrollo de los ordenadores, el Efecto Qwerty fue postulado por primera vez en 2012 por Kyle Jasmin, del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College de Londres, y por  Daniel Casasanto, que formaba parte por aquel entonces del Instituto Max Planck de Psicolingüística.

A partir de una base de datos de 1000 palabas en inglés valoradas de más a menos positivas por voluntarios, estos investigadores observaron una tendencia de mejores puntuaciones en las que tenían más letras del lado derecho. Pero esa tendencia no era privativa del inglés, sino que otras lenguas también la mostraban, como se comprobó a partir de los experimentos que llevaron a cabo en holandés, portugués, español o alemán. Y resulta relevante el caso del alemán, cuyo teclado (Qwartz) presenta algunos cambios de posición de letras con respecto al estándar (Qwerty): el teclado Qwerty está más poblado de letras en su flanco izquierdo, mientras que el Qwartz está más equilibrado con casi las mismas letras a derecha e izquierda. No obstante, en ambos la diestra gana a la siniestra en emociones positivas.

Posteriormente, en abril de 2016, el español David García del Instituto Federal de Tecnología de Zurich (ETH), junto a Markus Strohmaier del Instituto Leibniz de Ciencias Sociales, presentaron otro estudio sobre el Efecto Qwerty en la conferencia anual World Wide Web del año pasado. Ahora el análisis no se hacía ‘en laboratorio’, artificialmente, a partir de un corpus de palabras dadas y una selección de personas valorándolas, sino que el rastreo se hacía a partir del comportamiento lingüísticos de los internautas en distintas plataformas digitales, es decir, una prueba de campo sobre internet.

Amazon, Youtube, IMDb, BookCrossing, y otras 6 plataformas, las cuales tienen sistemas que permiten valorar cada artículo, fueron analizadas, controlando el resto de variables (precio, nº de ventas, novedad…), para comprobar si el nombre del producto o negocio afectaba a la valoración. Y, a la luz de los resultados, según declara el propio investigador David García: parece que hay una relación entre cómo se teclean las palabras y nuestra forma de valorarlas […] Ese es el resultado principal, en varios contextos de información online: las cosas cuyo nombre o título tienen más letras de la parte derecha del teclado son evaluadas ligeramente de forma más positiva.

Numéricamente, sería más o menos así: en las 11 plataformas se registró un porcentaje superior al 40% de teclas de la derecha para valoraciones positivas. Aunque no llega a la mitad, y para hacernos una idea aproximada de la relevancia de ese 40%, hay que tener en cuenta que en los teclados Qwerty (inglés, pero también español), 11 de las 26 letras (obviando la ñ) están a la derecha, frente a las 15 a la izquierda, que además concentra también las letras más usadas (la a o la w). De este modo, el flanco izquierdo es, en comparación, menos usado para significados positivos.

Qwerty Effect & emotional reaction at words:

El porqué de esta cuestión no está claro. Daniel Casasanto, uno de los descubridores del fenómeno, declaraba en 2016 para el diario El País:

Hace unos años nuestro laboratorio descubrió que las personas asocian implícitamente los conceptos positivos con el espacio de su mano dominante y los negativos con el no dominante […] Como el 90% de la población es diestra, predijimos que, con el tiempo, teclear debía cambiar el significado de las palabras: las que tengan más letras de la derecha se convertirán en positivas y las de la izquierda más negativas. Es lo que nuestros datos muestran en varias lenguas, con palabras inventadas, simples letras o los nombres de los bebés.

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