Samwell Tarly: el relato de los datos ‘Al calor de las series V’

La primera imagen de la secuencia inmediata a la visión y conversión de El Perro es un plano de ubicación con la antorcha de Torrealta tutelando la Ciudadela. Tras esa panorámica descriptiva estamos en la estancia de Samwell Tarly, que ojea unos libros prohibidos recién robados de la biblioteca. En uno de ellos encuentra un dato crucial: existe una gran montaña de vidriagón, la criptonita de los Caminantes Blancos, en una isla de Poniente. Una información vital para la historia. Todo comienza con un dato.

La obtención de datos es un trabajo costoso. Anodino. Exige esfuerzo, paciencia, estómago. Eso podría decirnos el montaje de planos repetitivos cada vez más cortos que abre la secuencia en la Ciudadela y que muestran la rutina diaria de Sam transportando y colocando libros en las estanterías mientras sirve la comida y retira los deshechos a los enfermos que allí residen [coge aire, respira], esa suerte de cobayas terminales con las que avanza la ciencia médica en Poniente.

En otra de las escenas en la Ciudadela, dos personajes charlan mientras uno de ellos realiza una autopsia. La Ciudadela es el hogar de los maestres y el centro de referencia de la ciencia y el conocimiento en Poniente. Ebrose, archimaestre de la curación, eviscera un hígado y pide a Samwell Tarly, piche para todo, que lo pese. Éste da una cifra y Ebrose la anota en un libro. [Todo comienza con un dato. Cualquier cosa que tenga un sensor emitirá un dato, Evgeny Morozov].

No en vano, la Ciudadela es una gran biblioteca, el lugar de las anotaciones, la Alejandría de la época. Sam también busca datos, información, pero algo muy concreto y restringido: conocimientos sobre los Caminantes Blancos. La información que quiere está bajo llave, libros prohibidos a su rango, y en la sala de autopsias tantea al archimaestre para saber qué dicen los libros (La Ciencia, los datos, los relatos registrados) sobre las leyendas de los Caminantes Blancos, y qué piensa el propio Ebrose al respecto. Sam los ha visto, se ha enfrentado a ellos y sabe que existe, por ejemplo, un escaso material llamado vidriagón que ayuda a acabar con ellos. Busca también explicarse su experiencia, su relato, a la luz de La Verdad del conocimiento almacenado. En esas, Sam se queja del escepticismo de la gente de la Ciudadela sobre la existencia de los Caminantes Blancos. Ebrose responde, entre la elusión y lo concesivo, casi sintetizando algo parecido al modus operandi de la ciencia:

  -Los habitantes de la Ciudadela dudan de todo, es su trabajo… Pero las historias de la Larga Noche no pueden ser pura invención. Muchas similitudes en fuentes inconexas.

-¿Son fuentes de la zona restringida?

-Esa misma… Y la explicación más simple para tu enorme obsesión con los Caminantes Blancos es que dices la verdad y viste lo que dices haber visto.

 

En la revelación de El Perro bulle el pensamiento mágico, la verdad articulada a modo de milagro: visión en la hoguera. Para Sam, la revelación se orienta hacia el pensamiento científico: surgiría de la confrontación de su experiencia personal con el relato de otras experiencias similares documentadas en las crónicas de la Ciudadela. La Verdad como procesamiento de datos.

[Samwell Tarly en la Ciudadela, Juego de Tronos 7×1]

 

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